jueves, 19 de junio de 2014

Leer atentamente !


La práctica del montañismo o cualquier otro deporte de aventura sometido a las leyes de la naturaleza, implica imprevisibilidad, adversidad y aislamiento, nos expondrá a numerosos peligros que están muy por encima de los habituales en nuestro lugar de residencia, estudio o trabajo, derivados de la naturaleza de las disciplinas y de las características de los lugares donde se practican.

Los peligros están presentes en todas las etapas de una actividad:

Viajes o aproximaciones en lugares urbanizados, rurales o en zonas remotas, usando avión, helicóptero, tren, bus, auto, camioneta, camión, caballos, lanchas, canoas, a pie u otras formas de trasporte alternativo, de día y/o de noche, bajo cualquier condición climática, donde es posible ser afectado por defectos en vehículos y/o roturas de equipos, consecuencias de desórdenes civiles, demoras, huelgas, actos terroristas, eventos imprevisibles.

En la etapa que podemos llamar de rendimiento, en el cumplimiento del objetivo es posible encontrarse frente a esfuerzos físicos para los que no se esté preparado, caídas, lesiones, terremotos, avalanchas de nieve, inundaciones, mal de altura, fuertes nevadas, lluvias torrenciales, escasez de alimentos, falta de agua, frío extremo, picaduras o mordeduras de insectos y/o animales ponzoñosos, cosas que pueden derivar en heridas y/o enfermedades sin rápido acceso a medios de evacuación, debido a lo dificultoso de las operaciones de asistencia y rescate, padecer la indisponibilidad de servicios médicos, inexistencia de medicamentos y/o lo adecuado o no de la atención médica una vez provista.

Está claro que cualquiera de las situaciones descriptas previamente, caracteriza a estas actividades como “deportes de alto riesgo” ya que pueden derivar en lesiones, trauma emocional o muerte.

También es cierto que cada uno debe ser responsable por las consecuencias sanitarias y legales de consumir alcohol, drogas o automedicarse.

Para integrar un equipo expedicionario de montañismo, cada uno debe conocer pormenorizadamente todos los riesgos y tener la voluntad de aceptarlos.

Por lo tanto, cada participante será responsable de su propio bienestar y de colaborar con el de los demás y estará dispuesto a eximir y descargar de toda responsabilidad hasta el máximo admitido por ley; a sus compañeros de expedición, patrocinadores y también a los responsables y/o titulares de las áreas a visitar sean de: jurisdicción nacional, provincial, municipal o propiedad privada. Esto incluye el conocimiento cabal de las grandes limitaciones de los grupos de rescate, contando exclusivamente con la asistencia del grupo que integra y el compromiso humanitario de quienes se encuentren en el área de un posible accidente, del mismo modo que estará disponible, dentro de sus posibilidades, para asistir a otros y sumarse en acciones de rescate.

Es conveniente contratar un seguro de rescate en los países donde se pueda.

Los miembros de las expediciones y actividades en la naturaleza en general deben cuidar el medio ambiente, patrimonio cultural y/o arquitectónico y en general respetar todas las leyes y reglamentos que rijan en las regiones a visitar, evitando a la vez cualquier comportamiento que agravie las costumbres e idiosincrasia de los pobladores de esos lugares.

Antes de salir, debe quedar claro el tema de derechos de imágenes y contenidos que se produzcan dentro del marco de una actividad puntual.

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